Aquí Boss se dice Nagusi (y dos bares nuevos en Lo Viejo)
¿Qué tienen en común Springsteen y las tabernas que abren en Fermín Calbetón los 'chicos' de Ama y el equipo de Airaudo? Spoiler: nada. O sí: más luz / Regreso a Lekeitio
Empecemos con una reflexión autocrítica: a ratos me pregunto si no estamos recibiendo a Springsteen como si esto fuera 'bienvenido Mister Marshall', con un toque ... aldeano en el peor sentido del término. Pero luego me tranquiliza ver que medios de ciudades mayores, como Berlín o Marsella, acaban de hacer igual despliegue en esta misma gira. Aldeanos somos todos. El Boss-al-que-no-gusta-que-llamen-el-Boss no es el Mesías, pero sus conciertos son descargas de energía, liturgias divertidas que siempre invitan al 'buen rollo'. Y 'buen rollo' es lo que buscamos siempre, y más aún ahora, en momentos de corrupciones y guerras mundiales como los que atravesamos. Ongi etorri, nagusi.
(Son días de noticias culturales felices: no todo es Bruce. Anoche, en el Victoria Eugenia, había un estreno que es como la otra cara de Springsteen: gentes de la música de otros lugares de España vinieron a la recuperación de 'La isla de las perlas', la extraña zarzuela del gran Pablo Sorozábal que volvía a escena casi 80 años después, gracias al empuje de Carlos Benito y la gente de Donostia Musika. Pude colarme en el ensayo general y gocé de una obra especial que a ratos parece una peli de Woody Allen zarzuelera. Bravo. En Chillida Leku se vivía también ayer un original solsticio de verano con una 'ópera paisajística' y en la sala Kubo del Kursaal arranca la gran exposición de María Cueto que es una de las muestras del verano).
Aplaudiremos hoy a Bruce en Anoeta. El año pasado lo pude ver en Madrid y sigue en forma, aunque mi concierto más especial del Boss fue en verano de 2016, cuando tuvimos ocasión de verle en su casa, en New Jersey, con su magia de siempre pero rodeado de sus vecinos: ¡mis hijos y nosotros éramos los más jóvenes del estadio!
Si Springsteen vuelve a lo Viejopodrá tomar nota de un txikito fenómeno hostelero que quiere inyectar nuevas energías a la calle Fermín Calbetón: hablemos de barras. Aunque continúan las críticas a los bares de la Parte Vieja donostiarra enfocados sobre todo a los turistas sigo defendiendo que ese barrio aún merece mucho la pena si uno visita los sitios precisos en las horas adecuadas. En las últimas semanas han coincidido dos aperturas que quieren marcar tendencia y mantener la Calbetón como un 'kilómetro cero' de las cosas ricas, al lado del divino Urola.
En términos futbolísticos podríamos decir que uno de esos bares es producto de la cantera: los chicos del Ama de Tolosa ponen su primer pie en Donostia. Reconvierten el Baztan en Bertakoteka, «con producto local, pequeños productores y mucho mimo en cada plato». Muy cerca cobra nueva vida el Egosari, ahora de la mano del grupo del argentino-donotiarra Paulo Airaudo, que por seguir con términos futbolísticos es como un Toshack, que llegó de lejos pero se quedó a 'hacer equipo'. Los dos bares piden tiempo para asentarse («acabamos de abrir»), pero loViejo se mueve: más luz, la misma que nos deja Springsteen. Parafraseano el anuncio de Baqué, aquí 'Boss' se dice 'Nagusi'. O así.
P.d. La ilustración de la página es mi editorial: recupero a Springsteen en 2008 en el Morgan de la calle Narrica. Aquel restaurante alternativo y cultureta donde fuimos tan felices cerró: así sigue. Una pena, aunque recordarlo ahora sea oscurecer la luz de un sábado especial.

Lekeitio, una isla y Fermin,ese 'robinson'
Junio sigue siendo un buen mes para los viajes cercanos: los lugares lucen ya espléndidos y aún no ha llegado el desembarco desbocado de turistas (bueno, en Donostia el desembarco empieza ya bastantes meses atrás). Hemos vivido una feliz escapada a Lekeitio y ha sido otra carga energética a lo Springsteen. Como decía el viejo eslogan, veranee en Euskadi. Llevaba años sin pisar ese pueblo (tan cercano y tan lejano a la vez, destino tras muchas curvas y cuestas), pero leí a las imprescindibles Sisters ant The City qué bien habían pasado allí y nos convencimos para ir ya.
Sigue siendo una maravilla, por sus playas y sus paseos, sus bares llenos de buenas viandas y la deliciosa isla de San Nicolás, esa a la que solo se puede llegar andando en los ratos de marea baja (en la foto). Muchos guipuzcoanos tendemos a la escapada hacia Navarra o Iparralde, pero qué bueno es cantar a ratos eso de Bizkaia Maite y pasar unos días en territorrio con banderas del Athletic en los balcones y El Correo en los bares.
En el periódico leo con pesar la muerte de Fermin Leizaola, ese sabio cercano que tantos conocimientos almacenaba y seguía practicando, además de la erudición de biblioteca, la 'etnografía de a pie': qué placer era encontrarlo en la hoguera de San Juan o en una exposición con su eterna txapela y su mirada curiosa, como un entrañable 'robinson'.
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