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Louis Roederer desvela todos sus secretos en el Hotel María Cristina

Jean-Baptiste Lécaillon, 'chef de cave' y vicepresidente y alma de la 'maison', imparte una mastrerclass en la que los asistentes pueden conocer el universo Roederer, probar su último lanzamiento y conocer la filosofía de una casa fundada en 1776

Iñigo Belastegui

Miércoles, 18 de junio 2025, 11:52

El salón Elkano del Hotel María Cristina acogió en la tarde del martes una masterclass dirigida por Jean-Baptiste Lécaillon, 'chef de cave' y vicepresidente de Louis Roederer, a quien tenerle en Donostia fue un auténtico lujo. Con 50 invitados del mundo de la sumillería y la gastronomía guipuzcoanas, el alma de esta 'maison' presentó durante dos horas el universo Roederer y analizó ocho champanes que se pudieron catar.

A punto de cumplir 250 años, son varios los factores que hacen a esta casa tan especial: siete generaciones después, sigue perteneciendo a una misma familia que, además de elaborar el vino, también posee 250 hectáreas de viñedos en distintas localizaciones, por lo que se preocupan de aspectos como el terroir o la sostenibilidad. El hecho de que su vicepresidente sea su enólogo da también muchas pistas de una referencia mundial en la que la calidad de sus vinos y el respeto por los viñedos están por encima de los resultados.

De hecho, el propio Lécaillon desgranó los tres pilares de la filosofía de Louis Roederer. «El primero es el respeto por la naturaleza, que para nosotros es una obsesión. Cuidamos el suelo para proteger la viña, buscamos un ecosistema resiliente, devolviéndoles al suelo y al viñedo mucho más de lo que se les ha quitado y buscamos una variedad genética y biodiversidad máximas», comenzó explicando el chef de la cave.

El segundo pilar de la 'maison' serían las personas, «su 'know how' y su talento. Nosotros buscamos una sola calidad, la más alta. El conocimiento es nuestra gente y es una herencia viva. Conociendo el pasado, tendremos una creatividad para el futuro», relató. El tercero de los pilares es, precisamente, «la creatividad y la libertad, porque nos permiten prepararnos para el mañana. Tener libertad es muy importante para poder dar una respuesta a los cambios climáticos, por ejemplo, o a los de los gustos de los consumidores», concluyó.

Ocho champanes

A la vez que Lécaillon mostraba las líneas maestras de la 'maison', los asistentes pudieron ir catando hasta ocho champanes que el experto también iba analizando. Se comenzó por el Collection 245, su champán más universal, ya que se puede probar en 108 países. «Es fresco y elegante. Cada vez lleva un mayor porcentaje de chardonnay y creo que es una de las categorías más interesantes porque gusta a todo el mundo», analizó.

Después llegaron tres vintages. Se cató primero 'Le Montagne' Vintage 2016, «camaleónico, gastronómico, con cuerpo y muy buena acidez»; llegó después 'La Rivière' Rosé 2017, «maduro, elegante, largo y afrutado»; y cerró esta fase de la cata 'La Côte' Blanc de Blancs 2017, «con menor burbuja y mayor cremosidad al ser elaborado con cuatro atmósferas de presión».

Después llegaría Brut Nature Starck 2018, un champán de parcela que es una forma de experimentar contra el cambio climático, ya que solo saldrá en años muy secos y calurosos. Se presentó hace quince días y estas fueron las primeras botellas que se pudieron catar en España. «Es un vino sin concesiones, expresivo y único. Un champán lo más puro posible», detalló Lécaillon. Tras él, se cató el Brut Nature Rosé Starck 2018, elaborado exclusivamente a mano, con empuje y mucho encanto, seductor y estructurado.

La cata la cerraron dos champanes de la colección Cristal. «Son otra historia», advirtió Lécaillon. El primero que se probó fue el Cristal 2016, un vino elaborado con uvas de 45 parcelas, las mejores: «Es emoción. Lo comparo con la energía que te da el sol de una mañana de verano, pero también es tímido porque necesita tiempo para mostrarnos su complejidad. Es historia», resumió. El octavo champán fue el Cristal Rosé 2014, «una pieza maestra, preciosa y rara».

Caras conocidas

Entre los 50 asistentes a la cata se encontraban sumilleres, profesionales de la gastronomía guipuzcoana y también del sector de la distribución. Así, en el María Cristina se dieron cita en una calurosa tarde veraniega los dos últimos premios Gastronomika Sariak al mejor sumiller, como son Arantza Ayala (Laia Erretegia) y Javier Caneja (Narru). También estuvieron, entre otros, Borja Bereziartua (Portuetxe y Ana Mari), Humberto Segura y Ramón Elizalde (Antonio Bar), Pablo Loureiro y Begoña Arenas (Casa Urola), Antonio Belotti (Casa 887) o Kevin Patricio (Basqueland e Izakaia).

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