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Dos pesos pesados de la política internacional se vieron las caras este jueves en París. Y su reunión en el Elíseo no fue un mero ... trámite. El presidente francés, Emmanuel Macron, recibió a su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en el marco de la primera visita de Estado a Francia de un mandatario de Brasil desde 2012. Ese encuentro sirvió para que Lula presionara al dirigente galo para que acepte finalmente el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur.
«Mi querido Macron, abra un poco su corazón», le dijo el presidente brasileño al francés. Pese a sus diferencias geográficas e ideológicas -Lula pertenece a la izquierda, mientras que Macron al centroderecha- ambos dirigentes mantienen buenas relaciones. Eso no impidió que se reflejaran sus discrepancias en su comparecencia conjunta, sobre todo respecto al acuerdo de libre comercio entre la UE y Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Ese tratado «será la mejor respuesta que nuestras regiones pueden aportar a este contexto incierto, creado por el retorno del unilateralismo y del proteccionismo», dijo el mandatario latinoamericano, refiriéndose a la guerra comercial impulsada por Donald Trump.
Ante esta coyuntura, que vivió un nuevo capítulo esta semana con el incremento por parte de Washington del 25% al 50% de los aranceles sobre las exportaciones de acero y aluminio, Bruselas considera necesario potenciar nuevos mercados. La Comisión Europea firmó en diciembre el acuerdo con Mercosur, respaldado por España y Alemania. No obstante, Francia se opone de manera frontal a ese pacto debido a su impacto en el sector agropecuario, y amenaza con formar una minoría de bloqueo.
«Voy a asumir la presidencia de Mercosur (…) durante un mandato de seis meses», recordó Lula durante su comparecencia en el Elíseo. «Y quiero decirle una cosa: no quiero dejar la presidencia de Mercosur sin un acuerdo con la Unión Europea», añadió sobre un tratado que lleva negociándose desde principios del siglo XXI. Pese a las presiones a las que hace frente por parte de sus aliados continentales y latinoamericanos, Macron insistió en su negativa a este tratado comercial, al menos en su versión actual. Y explicó los motivos de ello: «Este acuerdo (…) es bueno para muchos sectores, pero comporta un riesgo para la agricultura de los países europeos».
El acuerdo con Mercosur serviría, por un lado, para que el Viejo Continente exporte más vehículos, máquinas, bebidas o servicios a Sudamérica; y por el otro, importe más carne, azúcar, arroz o soja. Pese al apoyo de una parte de las grandes empresas francesas, hay un amplio consenso en la clase política gala en su oposición a este tratado de libre comercio. De hecho, representantes de varios sectores agrícolas habían sido recibidos el miércoles en la Asamblea Nacional en un acto para oponerse al polémico texto comercial.
Un menor consenso suscita en Francia la posibilidad de reconocer el Estado palestino. Macron había dicho en abril que la conferencia de la ONU sobre la guerra de Gaza, que su país copresidirá junto con Arabia Saudí a mediados de junio, puede ser un buen momento para hacerlo con la condición de que algunos Estados árabes normalicen sus relaciones con Israel. La influencia de Brasil, que ocupa actualmente la presidencia rotatoria de los BRICS, es una de las cartas que el dirigente francés quiere jugar en esta maniobra, cuyo resultado final resulta más que incierto.
El reconocimiento de Palestina es «un deber moral, humano y una exigencia política para todos los dirigentes del mundo», defendió el presidente brasileño, quien acusó al Estado hebreo de llevar a cabo «un genocidio premeditado» contra los gazatíes. Mientras que Lula presionó a su homólogo galo para que endurezca su posición ante Israel, Macron apremió a su interlocutor, que estuvo en Moscú durante la conmemoración del 9 de mayo, a que cambie de posición respecto a la guerra de Ucrania: «Todos queremos la paz, pero no podemos tratar a los dos beligerantes de manera equidistante».
Pese a sus diferencias en tres asuntos esenciales (Mercosur, Gaza y Ucrania), la visita en Francia de Lula servirá para que París y Brasilia firmen una serie de acuerdos de colaboración en materia medioambiental, tecnológica, energética y militar. El mandatario brasileño también participará en la conferencia de la ONU sobre los océanos, que empieza el lunes que viene en Niza, en el sudeste del territorio galo. Esa cumbre tiene lugar pocos meses antes de la COP30 en Bélem. La defensa del multilateralismo para hacer frente a la urgencia climática es uno de los principales consensos entre Macron y Lula.
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