Un chotis nacionalista
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La estrategia de choque de Díaz Ayuso funciona en Madrid pero tiene dudoso recorrido en la periferiaSecciones
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La estrategia de choque de Díaz Ayuso funciona en Madrid pero tiene dudoso recorrido en la periferiaEs un lugar común afirmar que Isabel Díaz Ayuso explota el victimismo contra el Gobierno de Pedro Sánchez con gran habilidad. Por eso resulta especialmente ... incomprensible el error que ha cometido el Ejecutivo central al rechazar la participación de una unidad militar en los actos del Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid organizados por el Ejecutivo regional. Argumenta el Ministerio de Defensa que el Ejército no está para tocar pasodobles, pero siendo como era una tradición desde la época de Joaquín Leguina no se entiende bien la oportunidad de la decisión sabiendo que iba a ser explotada políticamente por Ayuso, que convirtió su discurso en un alegato contra Sánchez. Esta vez, a ritmo de chotis.
La cuestión de fondo es, por un lado, que la estrategia de choque del gobierno regional de Madrid funciona como un reloj para los intereses políticos de Ayuso, que siempre convierte su posición en ventajosa al presentar un listado de agravios frente a la Administración del Estado. Sorprende la insistencia que tiene el PSOE en buscar el choque personal con la presidenta regional. El ministro Óscar López, el nuevo líder del socialismo madrileño, podrá mejorar sus posiciones respecto a Más Madrid y liderar el bloque de la izquierda en esta comunidad pero difícilmente va a articular una alternativa solvente a la actual mayoría del PP. El problema es histórico. Desde la época en la que gestionó la Alcaldía capital con Enrique Tierno Galván y con Juan Barranco hasta su actual situación ha pasado mil vicisitudes, todas ellas marcadas por la debilidad, la división y la traición internas. Los socialistas en Madrid no levantan cabeza y a dirección del partido tendría que hacérselo mirar.
El sentimiento que explota con astucia Ayuso es una encarnación perfecta del típico nacionalismo reactivo que ya conocemos en otros lugares de España. Esta combinación de factores emocionales y afectivos funciona como un reclamo exitoso en situaciones de incertidumbre. Lo vimos en Cataluña con el proceso soberanista. Su mecanismo consiste en aparcar otro tipo de discusiones racionales que ponen el foco, por ejemplo, en el funcionamiento de los servicios públicos. Las encuestas en Madrid no reflejan un desgaste de Ayuso, sino todo lo contrario. Se come al espacio de Vox y capta electores de centro y de izquierda, además de mantener a la derecha tradicional. El populismo casticista tiene mucho tirón. Y la bandera de ataque sistemático al Gobierno de Pedro Sánchez le sirve para catapultar su liderazgo en Madrid y también para no excluir la expectativa de una participación en la política española, por ejemplo, si el liderazgo de Núñez Feijóo finalmente acaba por no cuajar, hipótesis que tampoco hay que descartar de entrada. En ese escenario habría que ver si esta táctica nacionalista de la presidenta regional funciona de igual manera. Madrid es España pero España no solo es Madrid y Ayuso tiene un problema de conexión con la periferia.
La polémica ha terminado una semana marcada por las consecuencias del apagón de electricidad del pasado lunes. A la espera de saber los motivos reales del incidente asistimos a una derivada de acusaciones que entremezclan la exigencia lógica de responsabilidades con consecuencias más ligadas al cruce de intereses creados en torno a la energía. Por un lado, aflora un recurrente debate entre las energías renovables y la energía nuclear que corre el riesgo de desfigurarse hacia parámetros de enorme simplismo sabiendo como es una cuestión compleja que ha vuelto con fuerza ante la vulnerabilidad estratégica y energética de Europa después de la guerra de Ucrania. Por otra parte también emerge una polémica sobre los límites que tiene el papel de las empresas operadoras de energía. El Gobierno ha actuado en este asunto mediatizado por una inicial tardanza en la explicación pública de lo que estaba ocurriendo. Este retraso es censurable con la matización de que no tenían una explicación a lo que estaba ocurriendo. Pero resulta una sobreactuación la tentación del PP de intentar convertir este asunto en la dana de Sánchez.
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