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La posibilidad de decidir sobre el propio futuro en materia de salud es un derecho fundamental que cobra especial relevancia cuando una persona pierde la ... capacidad de comunicar su voluntad. Para asegurar que sus deseos se respeten cuando una persona ya no pueda expresarse, existe el documento de voluntades anticipadas (DVA). ¿Qué cosas son importantes para usted? ¿Qué es lo que más echaría de menos si no pudiera caminar, hablar o comer? ¿Quiere que sus familiares o seres queridos participen en la toma de decisiones si usted no pudiera hacerlo? ¿Qué tratamientos prefiere que no se le apliquen? Estas son algunas de las cuestiones a las que los vascos, en su mayoría mujeres, tuvieron que hacer frente el año pasado cuando decidieron dar el paso y plasmar por escrito la asistencia sanitaria que desean recibir en el tramo final de la vida.
Euskadi batió en 2024 su récord de inscripciones en el registro de voluntades anticipadas, con 11.782 personas que dejaron por escrito los cuidados de salud, y otros aspectos, que desean recibir o rechazar en el futuro, en particular en el momento en que no sean capaces de tomar decisiones por sí mismos. Son el doble de documentos de los que se registraron en el País Vasco hace dos años.
Iñaki Saralegui es médico de la Unidad de Medicina Paliativa de la OSI Araba y desde hace un par de años es el responsable de coordinar el Proyecto de Voluntades Anticipadas de Euskadi. Explica que esta tendencia alcista responde a varias razones. «Por un lado se ha trabajado bien en la formación de profesionales para asesorar a las personas a hacer este procedimiento. Además, el proyecto se ha explicado bien y a nivel institucional ha habido apoyos. Eso ha hecho que cada vez más gente también lo conozca», sostiene.
El registro vasco fue creado a finales de 2003 y desde entonces la redacción de documentos ha sido continua, a excepción de los dos ejercicios marcados por la pandemia. Desde su implantación, Euskadi se sitúa en los puestos de cabeza en el número de testamentos vitales del Estado, con una tasa de 28 textos por cada 1.000 habitantes, solo por detrás de Navarra. La media estatal no llega a 12. «También los tabús van cayendo. Es como volver un poco a cómo se vivía antes en el pueblo, que en el caserío vivía el abuelo, el hijo, el nieto... Entonces, ver enfermar y morir a tu abuelo o a tu abuela era algo más natural y la muerte era como algo esperado, preparado. Ahora, como morimos más en los hospitales, a veces no se deja a los niños ir al entierro o ver al abuelo enfermo. Responde también a un cambio cultural, de volver a naturalizar lo que es la vida y el morir», agrega el facultativo.
Iñaki Saralegui
Coordinador del programa
El escrito se puede formalizar de varias maneras: ante notario; ante tres testigos mayores de edad, con plena capacidad de obrar y sin parentesco hasta segundo grado -es decir, pueden ser bisabuelos, tíos, primos, sobrinos o biznietos-; o ante un funcionario encargado del Registro Vasco de Voluntades Anticipadas, que suele ser un médico inspector del Departamento de Salud. Este último sistema es el predominante y prácticamente la mitad de ellos son creados de esta forma. Para ello, eso sí, hay que solicitar cita previa en la delegación territorial de Salud de Gipuzkoa, situada en la calle Sancho el Sabio de Donostia, a través del teléfono 943 02 30 06, o en los centros de salud de Gros, Eibar, Irun Centro, Zumarraga, Tolosa o Larzabal, en Errenteria.
Visto este incremento constante, el año pasado Osakidetza habilitó una nueva vía para que los interesados realicen su inscripción. Reconoció a médicos y enfermeras como personas encargadas del registro y, de esta forma, poder otorgar los testamentos. «Los colectivos de personal médico y de enfermería poseen un vínculo directo con los pacientes y conocimiento apropiado para asesorar, desde la confianza, sobre la planificación anticipada de cuidados sanitarios. Es por ello que contar con estos profesionales constituye un excelente medio para tratar y acometer el reto de la progresiva universalización de las voluntades anticipadas», explican desde el Departamento de Salud.
El documento de voluntades anticipadas cuenta con una amplia aceptación en Gipuzkoa, donde el año pasado se cumplimentaron 3.586 textos, más de la mitad que en Bizkaia (6.325) y prácticamente el doble que los registrados en Araba (1.871).
El perfil de las personas que plasman por escrito cómo quieren sus cuidados en los últimos años de vida está muy determinado. «Es el de una mujer de 66 ó 67 años que está sana y tiene la experiencia de cuidar porque ha cuidado o está cuidando de su madre o su padre. Ese hecho les hace dar el paso y dejar por escrito que si les pasara algo a ellas les gustaría que su familia o su médico supieran esto o aquello», certifica el coordinador. De esta manera, seis de cada diez inscripciones en 2024 fueron realizadas por guipuzcoanas, un porcentaje que se hace extensible al conjunto de Euskadi.
En el caso concreto del territorio, 2.239 textos fueron registrados por ellas, frente a los 1.346 que solicitaron ellos. «Hoy por hoy todavía son más las mujeres que cuidan de las personas enfermas en casa. Puede que tenga también que ver con la sensibilidad de ser mujer, pero sobre todo creo que es por el rol de cuidadora que todavía desempeñan más ellas», explica Saralegui. Esto no quiere decir que ellos no den el paso y no dejen también por escrito los cuidados que desean recibir al final de su vida. Son mayoritariamente adultos, pero también jóvenes. Principalmente gente que vive una experiencia de enfermedad en casa por parte de algún familiar, y también profesionales de la salud o sociosanitarios.
«Una persona auxiliar de una residencia, por ejemplo, que con 30 ó 35 años ve cosas que son buenas, pero otras que en su opinión no lo son tanto y hace el documento. Y luego hay otro perfil que es el de la persona joven que practica, por ejemplo, un deporte de riesgo», detalla Saralegui. En el caso concreto de Gipuzkoa, casi un centenar de las personas que el año pasado formalizaron su documento de voluntades anticipadas tenía menos de 45 años. En el conjunto de Euskadi fueron algo más de medio millar los vascos que realizaron este gesto por debajo de esa edad.
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