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Ningún medicamento eficaz está completamente libre de provocar una reacción adversa al paciente que lo toma. Náuseas, vómitos, fiebre, diarrea, cansancio o dolor muscular suelen ... ser los efectos secundarios más habituales que provocan los fármacos. Pero en los casos más excepcionales y graves, un simple Ibuprofeno o Paracetamol, por citar solo dos de los medicamentos más vendidos en las boticas, pueden derivar en una discapacidad persistente o, incluso, causar la muerte de quien los ingiere. En Gipuzkoa, una media de dos personas al día sufren una reacción adversa a un fármaco, si bien la mayoría de estos episodios son de carácter leve.
Desde finales de los años 80 la Unidad de Farmacovigilancia del País Vasco (UFVPV) se ocupa de evaluar las notificaciones de sospechas de los efectos secundarios que provocan los medicamentos. Este organismo, dependiente del Departamento de Salud del Gobierno Vasco, es el encargado de evaluar las dudas acerca de la eficacia de un medicamento que envían los profesionales sanitarios, la ciudadanía o la industria farmacéutica. El número de episodios desfavorables que este órgano notificó el pasado año creció un 34,8% en el conjunto de Euskadi, donde se notificaron un total de 2.512 casos.
En una tendencia, la alcista, que viene consolidándose desde la pandemia y que se explica por la suma de varios factores. Por un lado, la mayor sensibilización por parte de la ciudadanía en cuanto a la seguridad de los medicamentos desde la irrupción de la crisis sanitaria y las vacunas frente al coronavirus. Por otro, la implantación de nuevos medios para la notificación de estos episodios. En junio del pasado año, Salud firmó un convenio de colaboración con los colegios oficiales de farmacéuticos de los tres territorios vascos para crear una red centinela con el objetivo de vigilar la seguridad de estos productos sanitarios.
«La farmacia comunitaria es un centro de atención próximo al paciente y a las necesidades relacionadas con medicamentos que pueda tener, mayoritariamente procesos de baja complejidad. Además, el farmacéutico comunitario, con una amplia formación en farmacología, farmacoterapia y atención farmacéutica, es experto en medicamentos y en su uso. A menudo, es la última persona que un paciente ve o consulta antes de tomar un medicamento», explica la memoria de la unidad, donde vienen detallados los datos correspondientes a 2024.
La distribución de estos incidentes por territorios se mantiene estable. Más de la mitad de las reacciones adversas se dieron en Bizkaia (56,4%). Fueron casi 1.500 casos. Los guipuzcoanos sufrieron tres de cada diez (30,1%) episodios desfavorables, un total de 757 y un 37,5% más que en el ejercicio anterior. Mientras que Álava concentró el menor número de acontecimientos, 338.
Lo que tampoco cambia es que las mujeres siguen siendo las que sufren en mayor medida estas reacciones adversas. Casi dos de cada tres casos sospechosos les afectan a ellas, según recoge la memoria de la UFVPV. Esta es una tónica habitual que viene repitiéndose los últimos años y que ha sido denunciada por médicos y expertos al considerar que, con frecuencia, los tratamientos no tienen en cuenta el tamaño de los órganos de las féminas ni su grasa corporal, lo que provoca que las pacientes tengan más probabilidades de sufrir efectos secundarios.
Estos episodios no entienden de edad. A pesar de que la amplia mayoría de ellos se dan entre los adultos y la población mayor de 65 años –engloban el 96,7% de los casos sospechosos totales del País Vasco–, los más jóvenes no están exentos de sufrir alguna reacción adversa a un medicamento. El anuario de 2024 recoge 24 sucesos entre adolescentes, 41 entre niños, 16 en lactantes e incluso un incidente en un bebé recién nacido.
La amplia mayoría de los casos que se notificaron en 2024 se resolvieron sin mayores dificultades, pero hubo 596 calificados como graves según los parámetros que establece la Unión Europea; es decir, casi uno de cada cuatro (23,7%) episodios. Todo ello se tradujo en que, por ejemplo, 148 pacientes necesitaran de un ingreso hospitalario para recuperarse del fármaco o que tres sufrieran una discapacidad o incapacidad persistente.
A pesar de todo, seis fueron los casos más graves, en los que el enfermo falleció, si bien Salud detalla que «estaban bien documentados» y que la evaluación realizada «no prueba o refuta la causalidad o cuantifica la contribución de un medicamento al desarrollo de la reacción adversa».Dicho de otra manera, no se puede establecer una relación causa efecto entre el fármaco y las personas que posteriormente perdieron la vida.
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